Una fábula es un género narrativo en verso o prosa que tiene un fin didáctico. Las fábulas suelen ser breves, protagonizadas por animales personificados, y contienen una moraleja que a veces aparece al final. Este género tiene su origen en las civilizaciones antiguas del Oriente Próximo, pero lo desarrollan aún más los escritores greco-latinos, como Esopo y Fedro.
El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo,
salió esta mañana, muy tieso y muy majo con
pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado y chupa de boda.
"¡Muchacho, no salgas!" le grita mamá.
Pero él hace un gesto y orondo se va.Halló en el
camino a un ratón vecino,
y le dijo: "¡Amigo! venga, usted conmigo,
visitemos juntos a doña Ratona y habrá
francachela y habrá comilona".
A poco llegaron, y avanza Ratón, estírase el
cuello, coge el aldabón.
Da dos o tres golpes, preguntan: "¿Quién
es?"
"–Yo, doña Ratona, beso a usted los
pies".
"¿Está usted en casa?" –"Sí,
señor, sí estoy:
y celebro mucho ver a ustedes hoy; estaba en mi
oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son".
Se hicieron la venia, se dieron la mano, y dice
Ratico, que es más veterano:
"Mi amigo el de verde rabia de calor,
démele cerveza, hágame el favor".
Y en tanto que el pillo consume la jarra mandó
la señora traer la guitarra
y a Renacuajito le pide que cante versitos
alegres, tonada elegante.
"–¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora, que tengo
el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa".
"–Lo siento infinito, responde tía Rata,
aflójese un poco chaleco y corbata,
yo
mientras tanto les voy a cantar una cancioncita muy particular".
Mas estando en esta brillante función de baile y
cerveza, guitarra y canción,
La Gata y sus Gatos salvan el umbral, y vuélvese
aquello el juicio final.
Doña Gata vieja trinchó por la oreja al niño
Ratico maullándole: "¡Hola!"
y los niños Gatos a la vieja Rata uno por la
pata y otro por la cola.
Don Renacuajito mirando este asalto tomó su
sombrero, dio un tremendo salto,
y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos "noches muy
felices".
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón.
Y así concluyeron, uno, dos y tres,
ratón y Ratona, y el Rana después;
Los gatos comieron y el Pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!
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